Discurso institucional de Navidad del presidente de la Ciudad

Buenas noches, melillenses, y feliz Nochebuena:

La mascarilla, la luz, el sonido y la atmósfera propia de estas fechas nos recuerdan que encaramos nuestras segundas Navidades viviendo en pandemia COVID-19.

Si 2020 fue el año del confinamiento, 2021 nació ligado a la palabra ‘esperanza’, que traía consigo la vacuna contra el virus que nos cambió la vida.

Y si bien es cierto que esa esperanza se abría paso según avanzaba 2021 y con él una campaña de vacunación ejemplar, no es menos verdad que nunca hemos dejado de vivir en pandemia.

Seguimos conviviendo con ella.

Durante este ya caduco 2021, los datos sobre los que reposaba el optimismo nos hicieron recordar una y otra vez que no podíamos bajar la guardia, que seguíamos viviendo en pandemia.

Tanto es así que en las últimas semanas los números se han revertido y la tasa de incidencia ha aumentado de manera muy preocupante.

Afrontamos la sexta ola, y lo hacemos en plenas fiestas navideñas.

Hoy llamo a vuestra puerta y me acerco a vuestra mesa para pediros prudencia y cuidado.

Cuidados y protección. Por vosotros mismos. Por quienes están a vuestro lado. Por quienes tenéis ahora en vuestra mente, en vuestros pensamientos.

Cuidados y protección por vosotros y por los más vulnerables. Por las personas enfermas y por quienes, aun sin estarlo, ven en este virus una potencial amenaza sobre su bienestar.

Bienestar que es imposible sin salud, y que tampoco existe sin una buena economía.

No debemos perder lo que con tanto sacrificio y esfuerzo hemos conquistado en la lucha contra el virus.

Por ello, además de un mensaje de felicitación, permitidme que las palabras de esta noche sean, también, una llamada a la responsabilidad; a la prevención; a la prudencia.

Tenemos que hacer compatible el cuidado de la salud y la actividad económica. No es una opción, sino una responsabilidad. Una obligación de todos.

Buena parte de la prevención pasa por una vacuna que hace un año parecía un sueño; un reto de la ciencia que la pasada Nochebuena ni siquiera había llegado a España.

Hoy, más del 82% de la población diana de Melilla tiene la pauta completa. Y la vacunación pediátrica avanza a muy buen ritmo en nuestra ciudad: rondamos el 23%, lo que significa que superamos la media nacional. Gracias, melillenses, por vuestro compromiso con la salud pública. Gracias por vuestro comportamiento ejemplar.

Jamás dejaremos de pensar en las vidas que truncó la pandemia. En los sueños que sesgó.

Ha quedado demostrado que vacunarse reduce de forma notable los cuadros graves de la enfermedad, los ingresos en UCI y los fallecimientos.

El alto nivel de vacunación logrado, por tanto, respalda la gran diferencia de estos meses. La gran diferencia entre las pasadas navidades y estas.

Melillenses, tenemos que revolvernos frente a la fatiga pandémica. El cansancio, más que comprensible tras casi dos años de pandemia, no puede ser excusa. Nos van la salud y la economía en ello, como bien sabéis.

Pero si algo nos ha enseñado COVID-19, es a vivir en pandemia. Porque la vida, como la pandemia, sigue.

Y en esa vida que sigue, en Melilla, ocupa un lugar elemental la frontera. Por razones familiares, fraternales, económicas, humanitarias, de seguridad…

El año 2021 nos deja el recuerdo, doloroso e imborrable, de la entrada masiva de más de 12.000 personas en Ceuta, nuestra ciudad hermana.

Sucedió en dos días de mayo. Aquel hecho sacudió la Ciudad Autónoma, movilizó a España y alertó a Europa. No cabe lectura positiva en tal tragedia humanitaria, con menores marroquíes, incluso, siendo utilizados vilmente por su país.

Aquel lamentable episodio visibilizó internacionalmente algo que en Melilla y Ceuta comprobamos y advertimos localmente: que la protección y seguridad de nuestras fronteras pasa inexorablemente por las instituciones europeas.

Somos frontera sur de España y, por tanto, de Europa. Ondeamos la bandera de la Unión sobre suelo de otro continente. Para los migrantes llegar a Ceuta o Melilla significa alcanzar Europa. Por todo ello, esta realidad supone también ver la inmigración como un asunto europeo.

España y la UE, Madrid y Bruselas, se involucraron en mayo. Y desde entonces entendieron, quizás mejor que nunca, que Melilla y Ceuta se defienden desde España y desde la Unión Europea, desde Madrid y desde Bruselas. Que defender Ceuta y Melilla es defender España y Europa.

Es mi deseo que el próximo año la frontera con nuestros vecinos retome la normalidad y se recuperen las buenas relaciones que siempre deben existir entre países vecinos.

Me considero optimista en las relaciones con Marruecos y confío en que, aunque hay aspectos que mejorar, también existe una voluntad clara de cooperación estrecha. Es una cuestión de reciprocidad. De buena vecindad. Las diplomacias española y europea tienen que seguir fomentando vías conjuntas de negociación en este sentido.

De Bruselas, por cierto, llegarán a Melilla los fondos europeos que nos permitirán afrontar la recuperación económica de la pandemia COVID-19. Melilla tiene que aprovechar esta oportunidad. Una oportunidad que se suma a la renovación del Plan General de Ordenación Urbana y al Plan Estratégico 2020-2029.

Plan, este último, que ya avanza y al que se sumará el anunciado, este mismo mes de diciembre, por el Ministerio de Política Territorial, cuyo secretario de Estado viajó a Melilla para presentarnos la propuesta y sentar las bases de la misma

Dos proyectos, por tanto, que se complementarán y serán la hoja de ruta para nuestra transformación económica y social.

Nuestra ciudad posee potencial y está preparada. Otra muestra de ello son las cuentas de la Ciudad para el próximo año. El Gobierno de Melilla ha confeccionado un proyecto de Presupuestos para 2022 con un marcado carácter social.

Sitúan a la ciudadanía en el centro y señalan un horizonte nítido: la recuperación de la pandemia COVID-19. Pivotan, por tanto, en tres ejes fundamentales: protección a familias y empresas; las inversiones como instrumento de reactivación; y el cambio de la fisonomía de la ciudad y su modelo económico.

Pero, todos lo sabemos, sin salud no hay nada. Por ello, déjenme que termine como empecé: apelando a la prudencia frente al COVID-19. Al sentido común en la lucha contra esta pandemia. A la responsabilidad.

Solo así cabe la posibilidad de recuperar, algún día, la vida que siempre vivimos; la vida que conocíamos.

Y porque no hay protección colectiva sin responsabilidad individual, todos, absolutamente todos, somos escudo frente a COVID-19.

Ojalá que el nuevo año traiga lo que nos falta y se lleve lo que nos sobra. Ojalá que los ojalás se cumplan.

Feliz Navidad y mis mejores deseos, todo lo mejor, para el nuevo año 2022.

 

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